En Salta, el equipo de Martino ganaba 3-1. Pero la Vinotinto descontó a los 40 y llegó al empate a los 48. El arquero Vega fue a cabecear un córner y le bajó la pelota a Perozo que selló el 3-3 definitivo. Ambos avanzaron a cuartos de final.
Obligado a ganar para clasificarse, Paraguay fue a buscar ese triunfo con enjundia pero con escasos argumentos futbolísticos. Para colmo, se encontró con un resultado adverso a poco de comenzar el partido y transitó ese tiempo contrariado y presa de un manojo de nervios. Cuando más necesitaba jugar, el equipo de Martino se dedicó a luchar. Sólo el cerebral despliegue de Ortigoza le aportó frescura y margen para algo más que el mero pelotazo. En consecuencia, Barrios y Santa Cruz quedaron desconectados del circuito de juego y maniatados por la defensa rival. Y, encima, cuando Barrios retrocedió unos metros, no sólo no creció el circuito de juego sino que se notó bastante más la falta de peso ofensivo.
Por el contrario, Venezuela supo a qué jugar. Sin presiones y con la clasificación en el bolsillo movió la pelota. Con el ingreso de los juveniles Orozco y Alexander González tuvo una mayor dinámica. Cichero, de buena técnica, aportó conducción y sorpresa por la izquierda. Además, Rondón fue intratable filtrándose entre una defensa abierta y desconcertada, una defensa que, esta vez, era casi una tentación para ir a encararla.
Un derechazo fortísimo y esquinado de Rondón sacudió la modorra. Se trató de un golazo en el que hay que adjudicarle cierta responsabilidad a Verón, por quedar desairado y pasarse en la marca.
Paraguay replicó con la incisiva presencia de Barrios merodeando el área y con un derechazo de Vera, tras una buena asistencia de Barrios, que se fue cerquita del palo derecho de Vega. La más clara para Venezuela tuvo un pobre epílogo: a Alexander González le faltó el oficio de delantero y se perdió el gol por una insólita pifia.
La pimienta de Estigarribia quedó expuesta en sendos remates (uno se fue por arriba del travesaño) pero el empate paraguayo llegó con una pelota que le cayó a Alcaráz, quien definió de zurda tras una secuencia de malos despejes. Sobre el cierre de la etapa, Venezuela respondió con un tiro libre de Orozco y su envío se fue rozando el ángulo superior izquierdo.
Parecía acomodarse Venezuela, pero el baldazo de agua fría llegó con jugadas iniciadas en pelotas paradas: el rebote que Barrios cambió por gol y el buen anticipo de Riveros con un cabezazo tras el envío desde el corner de Torres.
Venezuela no se rindió y se reservó la gran sorpresa. Dos goles y un final para elevar su orgullo.